Sin Del Potro, con el líder del equipo arrastrando 3 meses de inactividad, de visitantes y en una exótica superficie, parecía imposible la misión de volver de Rusia con la clasificación en el bolsillo, pero, se pudo, y el cordobés aportó mucho a la causa.
Había que apostar con David, o se lo usaba de comodín para los dos singles y el dobles corriendo el riesgo de agotarlo físicamente o se lo excluía del sábado y se corría el riesgo de no llegar con chances al domingo, no era fácil. La gran victoria ante Davydenko en el inicio de la serie ayudó a la decisión, le dio aire a los doblistas y la tranquilidad de no jugar con la soga al cuello.
Y los doblistas respondieron en gran forma, Schwank y Zeballos sorprendieron a todos y le aseguraron al equipo un domingo con doble chance de pasar a semis.
Tras la buena actuación, y previsible derrota, de Schwank ante Davydenko, otra vez le tocaba a Nalbandian probarse el traje de héroe, jugar ese papel que tanto le gusta, dejando todo en un partido a todo o nada, situación que parece haberse convertido en la especialidad de un David al que últimamente le duelen los torneos y el circuito pero que la mística de la Davis y los grandes choques potencian a niveles inimaginables desde la lógica.
El rival era Youzhny, un jugador en plena actividad y pasando por uno de los mejores momentos de su carrera. No era el mismo escenario del viernes cuando el de Unquillo enfrentó a un errático Davydenko, todavía victima de su inactividad reciente.
¿Las armas? Las de siempre, un revés y una devolución de otro planeta y, sobre todo, un saque que acompañó en gran forma (9 aces y ninguna doble falta) para mantener al ruso siempre a la defensiva.
Se pasó y ahora se vendrá Francia, otra vez de visitantes y posiblemente sin Del Potro que planea su regreso al circuito para dentro de un par de meses. Enfrentaremos a un equipo muy compensado y lleno de variantes, con Monfils, Tsonga, Gasquet y Simon como opciones para el singles mas Benneteau y Llodra listos para cubrir cualquier necesidad, otra vez y mas que nunca, habrá que confiar en San David.
Por: Sebastian Cala
juansebastiancala@yahoo.com.ar
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